Por más de dos décadas, Ligia Castilblanco es parte de Empresas Públicas del Armenia E.S.P., en la Subgerencia de Aseo. Cada mañana, cuando la ciudad aún duerme, ella ya está en pie -4:00 a. m. se levanta-, hace una oración por sus seres queridos y sus compañeros, pone a hacer aguapanela, el café y sale puntual, a las 5:15 a.m rumbo a su jornada laboral.
A sus 66 años, con una nobleza que se vislumbra en sus ojos, se puede notar que su energía viene del amor por su familia, por su trabajo, por sus hijos y ahora, por un mar que nunca ha visto.
Ligia es madre de dos hijos. Los tuvo joven, al mayor a los 21 años de edad, y el menor llegó cuando el mayor cumplía 20 años. Desde entonces, su vida ha sido una suma de sacrificios, pero también de alegrías que se han convertido en sus más grandes tesoros. “La mayor felicidad mía fue tener a mis hijos”, dice con una sonrisa y sus ojos brillantes, luz de orgullo que el vidrio de sus lentes no puede opacar.
Este año, como regalo del Día de la Madre, Ligia conocerá el mar. Nunca ha sentido la brisa salada en su rostro ni ha caminado descalza por la arena, pero esta vez, su hijo la llevará junto a su mamá. Sí, Ligia también es hija y aún vive con su madre. Ambas por fin verán ese paisaje soñado. “Para mí, ese es el regalo más bonito que he recibido en la vida”.
Su vida como madre estuvo marcada por el trabajo duro. En sus inicios, laboró en casas de familia; cuando nació su primer hijo, trabajaba interna y luego tuvo que dejarlo al cuidado de su abuela.
Luego llegó la oportunidad en Empresas Públicas de Armenia, una sorpresa que recuerda con gratitud. “Nunca había trabajado con una empresa, fue muy lindo para mí”.
Hoy, Ligia sigue cumpliendo su ruta con compromiso. Al regresar a casa, después de su jornada, ayuda a su mamá con los helados, conversa, y si el día lo permite, juegan bingo en la casa. La ternura con la que habla de su rutina deja claro que, para ella, la maternidad no termina cuando los hijos crecen; se transforma, y se refleja en gestos simples como las oraciones en la madrugada.
Asimismo, Ligia comparte de su experiencia dejando claro que el amor es el mejor camino para guiar a los hijos: “A las mujeres que van a ser mamás por primera vez yo, les aconsejo que los quieran, que los consientan, que los apoyen, que no les den la espalda”, dice Ligia, convencida de que el amor, incluso en los momentos más difíciles, siempre encuentra la manera de regresar.
En este mes de la Madre, Ligia no solo será homenajeada por sus hijos sino también por nosotros, que reconocemos en ella a tantas mujeres que con amor, esfuerzo, dedicación y ternura han ayudado a construir esta empresa y una ciudad limpia.
Comunicaciones EPA ESP.